Ampliando horizontes en Alcalá de Guadaíra

La periodista Laura Contreras nos trae un especial recorrido por el Centro Permanente de Adultos ‘El Perejil’ de Alcalá de Guadaíra, en el contexto de los talleres de Medios en Igualdad.

Con ese calor de la tarde que junio acostumbra a regalarnos, llegamos mi compañero Pablo Erramusbea y yo al Centro Permanente de Adultos ‘El Perejil’, en Alcalá de Guadaíra, donde impartimos con ilusión nuestro primer taller de Medios en Igualdad. Para nuestra sorpresa, en el aula nos esperan solo siete personas. “Vamos a esperar unos minutos, a ver si vienen los que faltan”, nos propone Enrique Coronado, maestro de este centro de adultos, que se lamenta de la falta de asistencia. Un contratiempo que finalmente fue compensado con la reacción de los que sí acudieron a la cita.

“¿Por qué os apuntasteis al taller?” Una de las alumnas, mientras se abanica, comienza la ronda de respuestas: “A mí es que me interesan estos temas, porque me parece que no siempre nos dicen la verdad y me gustaría saber más sobre los medios”. Desde el principio nos dimos cuenta de que no estábamos ante el colectivo de personas mayores que vienen a estos centros para recibir una formación básica que, por circunstancias de la vida, no pudieron tener cuando eran jóvenes. En este caso, se trata de un público de menos edad de lo que esperábamos, entre 49 y 60 años; que estudia en el centro asignaturas como inglés o informática –más por placer que por necesidad–, y que aparentemente tiene nociones elementales sobre la importancia del periodismo y el poder de los medios de comunicación.

Los asistentes se volcaron en el análisis de malas prácticas de los medios de comunicación 

Por eso no es de extrañar que cuando hablamos de pluralismo informativo, influencia ideológica, el trabajo del periodista y las empresas mediáticas, muestren especial atención y se animen a compartir su opinión, como hace Roberto Lara, de 59 años: “Me gustaba mucho escuchar a Carlos Herrera, porque criticaba las cosas que se hacían mal en la política. Pero, en cuanto Aznar llegó al poder, se le vio el plumero. Entonces ya todo estaba bien, el país iba estupendamente…Y dije: “se acabó”. Pero al principio me la coló”.

Se vuelcan especialmente en el análisis de malas prácticas periodísticas, tanto con los titulares que se consideran irrespetuosos con las personas con discapacidad como con los anuncios de publicidad sexista. Y por un momento se originan al mismo tiempo conversaciones paralelas, muestras de indignación (“anda que vaya tela”, “se quedó a gusto el que hizo el anuncio”) y alguna que otra carcajada por parte del público masculino durante el visionado de un anuncio en el que aparece una pareja homosexual fregando el suelo; otra realidad distinta a la publicidad que solemos ver de productos de limpieza en los que casi siempre es una mujer la protagonista.

“Sabía que los medios tenían su ideología pero de aquí hoy me voy sabiendo que nos manipulan y bien”, nos dice al terminar el taller Josefa Peña, de 49 años, la más joven del grupo. Es gratificante pensar que impartiendo este tipo de talleres podemos evitar que la ciudadanía sea menos vulnerable ante los medios de comunicación. Y con un público tan entregado y agradecido como este, la satisfacción es mayor. Lo vemos en las cuestiones que plantean, la participación y en el agradecimiento al final del taller, que en el caso de uno de los alumnos más activos, Roberto, incluso va acompañada de una invitación que nos hace sonreír: “Me ha gustado mucho. Podríamos seguir hablando de todo esto tomándonos una cervecita ahora, ¿no?”.

Laura Contreras

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