La desigualdad perpetua, disfrazadas de princesas
El periodista y formador de Medios en Igualdad, Álvaro Romero, nos narra sus reflexiones tras impartir uno de nuestros talleres de la localidad sevillana de Lora del Río.
Solo hubo alumnas en el curso de Lora del Río. En femenino plural. Así que estaba justificado el interés especial del grupo por la marginación de la mujer en los medios cuando lo sacamos a colación. Como periodistas, como invitadas, como ciudadanas y como espectadoras.
Hablamos de cifras, de roles, de estereotipos. Y mostramos ejemplos. Las deportistas que salen en los medios como paradojas insufribles, las chicas que utiliza la publicidad como gancho miserable, las mujeres humilladas por las declaraciones escandalosas y sin consecuencias de los altos cargos. Pero enseguida surgió el debate a este lado de los medios, en la vida cotidiana donde se perpetúa la intransigente imagen de la mitad de la humanidad: de madre o de amante. No hay más. Lo ven en la publicidad, constantemente, pero señalarlo con el dedo ayuda, o escuece. Las mamás que se preocupan por la suciedad de la ropa de sus hijos, que preparan el almuerzo, que se afanan en la limpieza del hogar. Solo las mamás. O las chicas que pierden la cabeza por un perfume, y por el chico que se lo regala; que lucen ropa o cuerpo y nada más.
Y entonces indagamos en causas más antiguas, en razones más profundas. Las costumbres, las abuelas, las tatarabuelas, los tópicos. Y Rocío recordó las muchas campañas de igualdad de género que se llevan hechas, y Gloria apuntó a que había otra conciencia trabajada a lo largo de las últimas décadas, y Chari insistió en la labor de los colegios… Pero Mari Carmen matizó que, en determinados aspectos, estamos volviendo atrás, regresando, involucionando. Y alguien recordó el ciberacoso, las nuevas estrategias de control por el móvil a la novia. ¡Chicos de 15 años!, nos sorprendimos entre todos. ¡Y de 13 y de 12!, insistió Rocío.
Cada generación viene con casi todo por aprender, y no hay que bajar la guardia
No basta con el Instituto Andaluz de la Mujer y otras instituciones, como nuestro propio Observatorio. Cualquier ciudadano consciente y responsable puede y debe denunciar. Porque la igualdad, como la democracia, hay que trabajarla a diario. No se trabaja, se avanza y ya nos relajamos, porque entonces corremos el riesgo de volver al punto de partida. Cada generación viene con casi todo por aprender, y no hay que bajar la guardia.
Entonces pensamos en Disney y su larga tradición de princesas, el consabido rol de chica guapa y dócil que aspira a encontrar su príncipe azul como meta total, o totalitaria. Y también en el anacrónico romanticismo por el que supura un tipo de amor espectacularmente literario pero insostenible en la confluencia amorosa actual, la de los seres humanos que se aman sin necesidad de morir juntos o por separado.
Y también hubimos de acordarnos de esa nefasta costumbre pueblerina de elegir una reina de las fiestas entre las chicas guapas (bellas por fuera, con eso es más que suficiente). Las reinas de las ferias, las perlas, las coquineras, las misses. En Lora del Río se luchó tanto, que conseguimos que también hubiera un Míster, dijo alguien. Una guapa y un guapo. Como si eso subsanara el problema de fondo, la miopía original. Y María puso un ejemplo publicitario que nos alumbró a todos: el del spot de aquella aerolínea que sacaba desnudas a unas chicas, aunque se tapaban sus partes con un gorrito. El anuncio sacaba a continuación también a unos chicos desnudos, tapándose con otro gorrito, queriendo vacunarse contra las críticas por la desigualdad de género. Solo un detalle no tuvo en cuenta el anuncio, ni la inmensa mayoría de sus receptores: los gorritos de ellos eran de pilotos; los de ellas, de azafatas.
Álvaro Romero Bernal
Buenas tardes ,mi propuesta es por que en vez de belleza no se hace un homenaje en las fiestas locales a quienes sean merecedores de tal reconocimiento por los logros tales como resultados extraordinarios en campos como estudios, investigación,gestos altruistas , trabajo….. ,Sin tallas, ni sonrisa más blanca, ni vestimenta más cara,ni familia más influyente ,ni sobres bajo cuerda para ganar el concurso,y por supuesto sin distinción de sexos…..en fin ,que eso a mi modo de ver si sería digno de mención en cualquier fiesta local que quisiera destacar a gente con valores.