Un espacio de aprendizaje y reflexión
El periodista Fernando Domínguez nos narra su experiencia en el Centro Guadalinfo de Arahal durante el desarrollo de los talleres de Medios en Igualdad.
Son las diez y cuarto de la mañana y José se asoma a la puerta acristalada del Centro Guadalinfo de Arahal; ve que hay gente dentro y pasa. “¡Hombre, José! Te estábamos esperando. Contigo ya podemos empezar”, bromea Rosario, la monitora del centro, acompañada en ese momento únicamente por los dinamizadores del taller Medios en Igualdad, de la Asociación De Guadaíra. “¿Que me estáis esperando a mí?”, responde a la broma José. “¿Te quieres ir…?”.
La cita es a las diez y media, por lo que poco a poco van apareciendo por el aula los demás miembros del grupo, hombres y mujeres, la inmensa mayoría de ellos con más de 55 años, excepto dos hombres más jóvenes que también forman parte del grupo. “¿Sabes algo de Mari Carmen?”, pregunta uno de ellos. “Me dijo que quería venir, pero que no podía”.
Primeras conversaciones entre ellos y besos a una compañera a la que hacía tiempo que no veían por ahí. Rosario aconseja, cuando pasan dos minutos de las diez y media, esperar unos minutos más. Faltan algunos que habían confirmado su asistencia previamente. Efectivamente, un tímido goteo de personas van llegando, las últimas con el taller ya iniciado. Antonia es una de ellas. “Perdón, no he podido llegar antes”.
¿Cómo le hago saber a los canales que algo me gusta o que me parece mal?
“Yo veo sobre todo televisión”. “Pues yo prefiero la radio, la escucho todo el día; normalmente Cadena Dial porque me gusta mucho la música y acompaña”. “Mi marido compra todos los días el Marca, y yo la verdad es que también lo veo porque soy muy deportista”… Es la primera toma de contacto con el tema a tratar. ¿Conocemos todos los medios de comunicación a nuestro alcance? ¿Y los digitales? O la pregunta que suele generar siempre el primer debate: ¿Qué poder tenemos como audiencia con respecto a los medios de comunicación? “Pues ninguno. ¿Qué poder vamos a tener?”, responde Ana. “Cambiar de canal o apagar la tele”, dice Francisco. Es gallego, pero hace muchos años que vive en Arahal, donde echó raíces y ahí sigue tras su jubilación. Él ha dado en el clavo. La audiencia tiene el poder de decidir, de ser exigente, crítica… “Ya, pero si yo no tengo un audímetro de ésos en mi tele, ¿yo cómo le hago saber a los canales que algo me gusta o que me parece mal?”, pregunta Pilar. Eso conduce el debate hacia la participación de la audiencia a través de las redes sociales, los comentarios, las nuevas formas de relacionarnos con los medios… “Nosotros tenemos Facebook; Rosario nos ha hecho un perfil a cada uno”, dice Ana, que además está más que acostumbrada a ver los capítulos de las series que le gustan “a la carta” en la web de la cadena que sea. “La de Televisión Española funciona muy bien, pero otras tienen una de publicidad…”. Estamos en un grupo bastante avanzado en lo que se refiere a los nuevos usos y costumbres de la comunicación y la información.
“Yo eso lo digo mucho; lo de que los periodistas cuentan lo que les da la gana”, afirma Pepe sin aparente embarazo por decir eso ante dos periodistas. “Pero es que eso no es así, Pepe, es que ellos tendrán que contar lo que el jefe le diga, que es el que paga”, trata de arreglarlo… “¿tu nombre era?” (no consienten que se les hable de usted). “Magdalena, como la patrona”. Eso, Magdalena. “Pues sí, Magdalena tiene razón. Por eso cada vez aparecen más medios independientes elaborados por colectivos periodísticos ajenos al poder político y económico. ¿Conocéis alguno?”.
¿Juan y Medio no es periodista?
“¿Juan y Medio no es periodista?”, pregunta contrariado José. “¿Cómo va a ser? Anda, que el programa que hace con los viejos…”, se queja la segunda Ana del grupo. De ahí el debate deriva hacia la financiación de los medios de comunicación. “Televisión Española y Canal Sur lo pagamos entre todos. ¿Os gustan los programas que se hacen con vuestro dinero?”, preguntan los dinamizadores. “A mí no”. “Algunos están bien, pero otros”. “Ése de adelgazar está bien porque aprendes cosas sanas”. “Yo la verdad es que tengo puesto Canal Sur todo el día”. La última frase es de Pepi, aficionada al cante que utiliza su recién abierto perfil de Facebook para subir vídeos suyos cantando. Quién sabe si la conocida red social le sirve de plataforma de lanzamiento. “Me pilla ya un poco mayor para eso”, dice entre resignada y melancólica.
“Ni una cosa ni la otra son verdad”, sentencia Pepe. Está viendo dos portadas de la prensa escrita sobre una de las manifestaciones del movimiento 15-M. En una hablan de manifestación “masiva y pacífica” y vemos una plaza madrileña a reventar de gente con cifras bastante altas de participación; en la otra, huecos vacíos entre los manifestantes enfrentados a los furgones policiales y un titular que trata de subrayar una supuesta escasa participación. “Cada periódico te va a contar la película como quiera, pero seguro que ni una cosa ni la otra son verdad”, se reafirma. A continuación, casi como si fuera un pasatiempo, tratan de relacionar logotipos de medios de comunicación con logotipos de partidos políticos, e intentan identificar cada una de las caras de la diapositiva que hemos llamado “Periodistas con voz propia”. “Ay, ése es Jesús Hermida, que ya se murió. Y Rosa María Mateo, ¿dónde está ahora? ¿Ya no sale en ningún sitio?”.
“Sí, Badajoz está más cerca, pero yo veo una noticia de Almería y a mí me llama más la atención, la siento como algo más mío”, comenta Pilar a la hora de plantearnos si existe o no un sentimiento verdaderamente regional en el conjunto de los andaluces, lo que en el documental “La Prensa en Andaluz” se cuestiona en el ámbito del sector de la comunicación. Pero lo que realmente les exalta es hablar de cómo se ve a los andaluces en el resto de España. “Es que no puede ser; que si la fiesta, que si la gracia… Somos mucho más”, reivindica también Pilar. Y Ana añade: “El Virgen del Rocío es uno de los mejores hospitales de España, pero ¿eso quién lo sabe? Y los mejores poetas, andaluces; los mejores pintores, andaluces…”. “Dicen que somos unos flojos. ¡A ver quién viene de fuera aquí a trabajar como nosotros en el campo con cuarenta grados! Y luego en invierno, que hay que pasar la noche con hogueras para que no se congelen los melocotones…”, apunta María Luisa.
“El que dice eso debería ir a la cárcel”. Pilar se indigna cuando ve algunos ejemplos de machismo en frases dichas por responsables públicos como “Cada vez que veo esa cara y esos morritos pienso lo mismo” o “Las leyes son como las mujeres, están para violarlas”. Entre todos, van saliendo ejemplos de actitudes machistas, por ejemplo en la publicidad, donde parece que todas las situaciones de debilidad afectan a las mujeres, incluso cosas como el estreñimiento. ¿Es que los hombres no tienen estreñimiento? “Sí que tienen, sí”, responde Pepe en lo que parece casi una confesión.
El debate avanza y nos lleva ahora a hablar de cómo se refleja en los medios a ciertos colectivos, como las personas mayores (“Nos dicen hasta que no salgamos de casa porque hace calor y que bebamos agua. Pero, ¿es que se creen que somos tontos y no lo sabemos?”, protesta Gonzalo, que por fin se ha decidido a intervenir), los inmigrantes, las personas ciegas (se interesan por el reportaje sobre la periodista Nuria del Saz)…
“Si me dicen que me apunte a un curso de inglés, pues no me apunto; pero si me dicen que me apunte a un curso para aprender a usar el móvil, pues sí”. Con esta sencillez comenta Ana, que pese a todo tiene un perfil de Facebook bastante activo, algo que la atormenta bastante, y es que todo lo relacionado con las nuevas tecnologías está en inglés. “Llegué a ese curso y me dijeron que sacáramos el Smartphone; y digo yo que eso qué es, que lo que yo tengo es un teléfono”, explica entre risas. Ésta es una, no la única, de las barreras para el acceso a los nuevos medios de comunicación principalmente por las personas mayores, como dice Pepe: “A mí como no me pongan las letras bien gordas no veo nada”.
Han pasado tres horas y los alumnos de este taller se enfrentan al cuestionario final. “Muchas gracias, me lo he pasado muy bien”, dice Ana. “Debería haber más talleres como éstos”, comenta Pilar, mientras que Francisco, gallego en cuya habla luchan los orígenes con cierto deje andaluz, ofrece formalmente su mano con un “hasta la próxima” y sale a enfrentarse a los rigores de una ola de calor que ya remite. “Eso han dicho en la tele, que ya se ha pasado; pero no se puede creer uno nada de lo que dicen”.
Fernando Domínguez Gómez
Bonito artículo